Jesús y la señal de la boda
Una boda marcó el inicio de su ministerio. Una boda que marcará el final de nuestra historia.
Cuando Jesús tenía 12 años, fue con su familia de Nazaret a Jerusalén para la Pascua. Cuando terminó la fiesta, sus padres, María y José, emprendieron el viaje de vuelta a casa. La familia viajaba junto con otras familias y amigos que los acompañaban en el camino. Por lo tanto, desconocían que Jesús no estaba con ellos. Se había quedado en el Templo.
En ese momento, se encontraban a más de un día de viaje de Jerusalén.
Cuando María y José se dieron cuenta de que Jesús no estaba entre sus compañeros de viaje, comenzaron a buscarlo sin descanso. Así que regresaron a Jerusalén y tardaron otros tres días en encontrarlo. Él estaba en el templo, sentado entre los maestros religiosos de la época, escuchándolos y haciéndoles preguntas.
Entonces les explicó por qué se había quedado: "¿No saben que yo debo estar donde mi Padre?" (Lucas 2:49).
Jesús volvió con sus padres a su casa en Nazaret. Todavía no estaba preparado para emprender su ministerio públicamente. Evidentemente, María lo comprendió, ya que "guardaba todas estas cosas en su corazón" (Lucas 2:51).
Las bodas de Caná
Sin embargo, diecisiete años después, María fue escogida por Dios, para transmitir en público un mensaje diferente sobre el ministerio de Jesús. En compañía de sus discípulos, asiste a una boda en Caná, una ciudad de Galilea, y el anfitrión del banquete se quedó sin vino.
Las bodas eran una de las celebraciones más importantes de la comunidad judía. Quedarse sin vino en una boda habría deshonrado a la familia que celebraba el evento. El pueblo habría despreciado al anfitrión por tal descuido. Cuando ella le mencionó a Jesús este problema, se dirigió a los sirvientes y les dijo: "Hagan todo lo que Él les diga" (Juan 2:5).
Es posible que María actuara con compasión hacia el anfitrión. Independientemente de lo que pensara, con esta simple instrucción confirmó la autoridad de Jesús y marcó el comienzo de su ministerio.
Esto es lo que ocurrió después:
Y estaban allí seis tinajas de piedra de agua que usan los judíos en sus ceremonias de purificación que contenían entre 50 a 60 litros. 7 Jesús les dijo: "Llenen de agua estas tinajas". Y las llenaron hasta arriba. 8 Entonces les dijo: "Ahora saquen un poco y llévenselo al encargado de la fiesta". Y se lo llevaron. 9 Cuando el encargado de la fiesta probó el agua hecha vino, sin saber de dónde provenía (pero los sirvientes que habían sacado el agua sí lo sabían), llama al novio. 10 Y le dijo: "Todo hombre sirve al principio el buen vino, y cuando ya han bebido bastante, comienza a ofrecer el vino más barato. ¡Pero tú has guardado el mejor vino hasta ahora!".
11 Esta señal milagrosa fue la primera, y Jesús la hizo en Caná de Galilea. Así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él. —Juan 2:6-11
Observe las palabras que Juan utilizó para describir este acontecimiento. Fue el "principio de las señales" en el ministerio de Jesús.
El lenguaje es importante aquí. Hay distinciones importantes entre milagros, señales y maravillas. Los milagros ocurren cuando Dios hace algo sobrenatural que solo Él puede hacer. Los prodigios llenan de temor y asombro a quienes los presencian. Sin embargo, las señales apuntan a algo más que a sí mismas, para darles un significado.
Aunque este acto de Jesús fue milagroso y maravilloso, el significado era mucho más profundo. Este era el comienzo del ministerio de Jesús, y Dios estaba revelando una señal importante. Aquí, al principio, Él estaba declarando el fin.
Preste atención a cómo el ministerio de Jesús comenzó. Él estaba en una boda, sirviendo el vino del cielo.
¿Qué hará Jesús al final de su ministerio, cuando venga de nuevo para llevarnos a estar con Él? Él nos llevará a una boda —la Cena de las Bodas del Cordero— y volverá a servir el vino del Cielo.
Beber el vino del cielo
Jesús mismo conocía el significado de estas señales. Lo vemos en Mateo 26, en la última cena con sus discípulos:
Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: "Beban de ella todos ustedes. 28 Esto es mi sangre del pacto, que es derramada por muchos para el perdón de pecados. 29 Les digo que no beberé de este fruto de la vid desde ahora en adelante, hasta el día en que beba con ustedes el vino nuevo en el reino de mi Padre".— Mateo 26:27-29
Jesús inició su ministerio con vino en una boda, un milagro que no solo revelaba su divinidad, si no que señalaba a una futura manifestación.
Entre las últimas palabras de Jesús a sus discípulos, se encontraba la promesa de que no volvería a beber vino hasta que lo hiciera en el reino de Dios.
El final de los tiempos de la humanidad será cuando los creyentes participen en el banquete de bodas y beban el vino del Cielo junto a Jesús.
Todas las señales están ahí. De hecho, algunos comentaristas de la profecía bíblica han señalado que las "seis tinajas de piedra" de las Bodas de Caná (las seis tinajas de agua que Jesús transformó en vino) representan los 6000 años de la historia de la humanidad.
Preparando el lugar
La boda final en la vida de la humanidad será el matrimonio entre Dios y su pueblo. Tendrá lugar en la Nueva Jerusalén, donde "Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor, porque las primeras cosas pasaron" (Apocalipsis 21:4).
Como el novio del principio de los tiempos, que dejaba a su novia en su casa para preparar un lugar para su nueva pareja en la casa de su padre, Jesús ha ido a preparar un lugar para nosotros:
"No se turbe su corazón; crean en Dios, crean también en Mí. 2"En la casa de Mi Padre hay muchas moradas; si no fuera así, se lo hubiera dicho; porque voy a preparar un lugar para ustedes. 3 Y si me voy y les preparo un lugar, vendré otra vez y los tomaré adonde Yo voy; para que donde Yo esté, allí estén ustedes también".— Juan 14:1-3
El Señor Jesús nos ha dejado para prepararnos un lugar en la casa de su Padre. A medida que esperamos su regreso, recordemos que todo lo que sucede ha sido parte del plan de Dios desde el principio. Él inició su ministerio en una boda. Concluirá la historia de la humanidad en una boda. Utiliza el vino como señal de que Jesús es el Hijo de Dios, y como señal de que vendrá de nuevo, para "beberlo nuevo" con nosotros en la Cena de las Bodas del Cordero.
¡Qué glorioso será ese día!
Muy bueno! Jesus es el Señor!